Aprendizaje y educación de adultos

Malcolm Knowles es conocido por sus escritos, especialmente en andragogía, el tema de este blog. La andragogía, a diferencia de la pedagogía, mucho más centrada en la educación de niños y jóvenes, es la ciencia de la educación de adultos.

La realidad en la que se desenvuelven los adultos y sus necesidades son muy diferentes a las de los niños y jóvenes. La andragogía se centra en estas particularidades que deben tenerse en cuenta en la educación de adultos. Así, el alumno adulto quiere :

  • Aprender nuevas habilidades o prácticas;
  • Obtener nueva información para conseguir nuevas habilidades;
  • Tener una formación que satisfaga sus deseos personales y profesionales;
  • Mejorar una habilidad o práctica profesional ya adquirida.

Enseñar no es lo mismo que formar. Esta distinción es importante. Por un lado, se enseña a partir de un programa, con un contenido estandarizado, que tiene como objetivo la adquisición de conocimientos o saberes a través de la asimilación de conocimientos y con una cierta jerarquía en la clase (profesor y alumnos). Por otro lado, la formación se basa en una necesidad, con un contenido individualizado según el grupo y las experiencias de cada persona, y luego se centra en la adquisición de habilidades aplicables en situaciones reales. Un profesor transmite conocimientos, mientras que el formador ayuda a los alumnos a adquirir una habilidad como lo haría un entrenador. Para ello, es necesario tener en cuenta ciertos principios de la educación de adultos.

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Principios a tener en cuenta

1. El alumno adulto debe participar en su aprendizaje

La formación debe implicar al alumno adulto. En la pedagogía, la relación entre el alumno y el profesor está muy jerarquizada. En la andragogía, el alumno adulto debe participar en la planificación y evaluación de su aprendizaje. El formador debe implicar al alumno, preguntarle cuáles son sus objetivos, por qué realiza la formación, qué espera de ella, etc.

2. Hay que tener en cuenta la experiencia propia de cada alumno adulto

Cada alumno adulto tiene su propia experiencia: los intercambios son, por tanto, motivadores porque proceden de contextos reales con los que el alumno puede relacionar su nuevo aprendizaje. Estos intercambios permiten validar situaciones reales que quizá no hayan tenido la oportunidad (o la desgracia) de vivir. Por último, la experiencia personal de cada alumno debe tenerse en cuenta en las actividades de aprendizaje, ya que este bagaje constituye un recurso importante para su formación.

3. El aprendizaje debe estar vinculado a la vida real o a contextos laborales

Los estudiantes adultos necesitan algo concreto. Quieren saber por qué es importante esta formación y cuáles son las aplicaciones en la vida real. Hay que convencerlos. El aprendizaje debe estar vinculado a situaciones de la vida real. Para estos alumnos, el campo es el lugar de la comprensión.

4. Centrarse en la resolución de problemas prácticos

Evite la memorización de contenidos, limítese a la aplicación práctica. La retención es mucho mayor en los alumnos adultos cuando se les pone en acción con actividades prácticas inmediatamente después de adquirir los nuevos conocimientos. Vaya al grano del contenido y déjeles experimentar lo que han aprendido. El aprendizaje debe estar vinculado a las aplicaciones inmediatas, olvídate de lo ajeno. Si lo desean, pueden consultar la información adicional. No dude en incluir un número considerable de ejercicios prácticos en su formación, sin caer en la trampa de la repetición. La variedad es importante.

En conclusión, el alumno adulto quiere aprender de forma concreta, con aplicaciones prácticas de lo que está aprendiendo, para valorar o mejorar sus habilidades, y para aprender comportamientos y prácticas más que contenidos. No dude en ir directamente al grano y apuntar a lo esencial. Por último, la formación debe ser significativa para los alumnos adultos: deben saber y entender por qué están aprendiendo cosas nuevas.

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